LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER

¡JUSTICIA ETERNA!

Por: AMALIA DOMINGO SOLER

Del libro: LA LUZ DEL ESPÍRITU


Suceden en la Tierra casos tan extraordinarios, que se dice con profunda convicción: ¡Cuantas injusticias! ¡Cuántas atrocidades se cometen en este mundo! ¡Cuán ciega es la justicia humana! Condenando a seres inocentes, no sólo a prisión, más o menos larga, sino que lleva su inaudita ceguedad hasta condenar a muerte a infelices que la fatalidad hizo aparecer culpables, estando en realidad exentos de pecado.

Estas quejas son muy justas, porque efectivamente, más de un inocente ha sido condenado a muerte y después de ejecutado, ha confesado un criminal que él era el autor del delito por el cual un desventurado había dejado de existir.

Nunca los jueces estudiarán bastante para sentenciar con estricta justicia, nunca sus observaciones y averiguaciones conseguirán vencer los obstáculos que se oponen a leer en el corazón de un hombre como en un libro abierto, para saber fijamente cual ha sido el derrotero de su vida. La jurisprudencia es la ciencia más profunda y la más difícil de estudiar con éxito, porque hay inocentes que se turban apareciendo culpables cuando les piden declaración y hay en cambio criminales que hasta al pie del cadalso, niegan el delito por el cual son condenados a muerte.

Nosotros no condenamos a los jueces que castigan a los inocentes ni alabaremos su falta de penetración para juzgar y decidir el porvenir de un hombre y de la honra de una familia, porque creemos que sobre todas las torpezas humanas hay una justicia eterna que condena o absuelve premiando al inocente y castigando al culpable.

Este íntimo convencimiento de que existe una ley inapelable que no se inclina su balanza ni a favor del monarca, ni en defensa del mendigo, lo hemos adquirido por el estudio razonado del Espiritismo, por las admirables comunicaciones dadas por los espíritus, en las cuales hemos aprendido a no juzgar por las apariencias, a no condenar dejándonos llevar por la primera impresión, a no calificar a nadie de torpe, de inepto, o de mal intencionado; porque muchas veces el hombre es instrumento inconsciente de una ley justa que se cumple a través de los siglos, no dejando sin recompensa la acción meritoria y castigando al delincuente que merece sufrir una parte del dolor que a otros ha proporcionado.

Hemos visto por la comunicación de los espíritus, mejor dicho, hemos comprendido, que no porque un hombre tenga la astucia suficiente para ocultar su mal proceder, deja éste de ser a su tiempo víctima de sus propios desaciertos.

Podrá ser tan inteligente que consiga burlar a la justicia humana rodeándose de mil placeres obtenidos quizá por un asesinato, por una usurpación, por una estafa, por una felonía cualquiera, podrá hasta morir en su lecho colmado de honores y ser llorado por quien no conozca sus infamias, por quien ignore que es un miserable; podrá su cuerpo ser enterrado en lujoso y artístico mausoleo, podrá la iglesia entonar sus salmos y celebrar centenares de misas y hasta podrán los pobres bendecir su memoria por la donación que haya dejado para levantar un hospital, que éste es el máximum de la caridad humana; pero cuando su Espíritu se da cuenta de que su cuerpo ya no le pertenece, y que él vive sin haber entrado en el reino de los cielos a pesar que su familia no se cansa de hacer funerales y los pobres bendicen su nombre por el asilo que les ha legado, cuando conoce que el infierno, el cielo, el limbo y el purgatorio son parajes imaginarios, creados por las religiones para vivir de sus copiosas rentas, cuando lee detenidamente las memorias de sus existencias y encuentra en ellas que toda su hipocresía, que toda su astucia le ha servido únicamente para engañar a los terrenales, pero no para ocultar en el espacio sus desaciertos y sus crímenes; cuando descubre que el fingido filántropo llorado y bendecido por quien no le ha conocido a fondo, ha repartido una fortuna usurpada a seres inocentes, empleando la usura y la felonía para despojar a los desgraciados; cuando ve que la base de sus obras humanitarias es el robo oculto, la estafa bautizada con el nombre de negocio; cuando se ve despojado de sus lujosas vestiduras y se encuentra cubierto con los sucios y pestilentes harapos de sus miserias, entonces reconoce que no hay más que una ley y una verdad; no hagas a otro lo que no quieras para ti: ¿Querrá uno ser explotado? No; ¿Querrá uno ser engañado vilmente? Tampoco; ¿Querrá uno servir de escalón para el engrandecimiento de un malvado? De ninguna manera; lo que desea toda persona que tenga sentido común es ser amada, considerada y respetada por sus virtudes; porque nadie quiere ser malo; entonces no debemos en manera alguna prostituir a la niña inocente, ni hacer descender por la senda del vicio a la mujer casada, ni despertar la ambición del pobre ignorante, ni cometer los innumerables desaciertos que degradan a la humanidad de un modo inconcebible.

Para el engrandecimiento del Espíritu no hay más que dos caminos paralelos: el bien y la ciencia, por ellos se ha de ir simultáneamente. El Espíritu en su libre albedrío, podrá ir por los atajos creyendo que llegará más pronto, pero es inútil su veloz carrera; cuando llega al espacio se encuentra con la eterna verdad que, sin amor y sin sabiduría el Espíritu se estaciona, se degrada, se envilece y pasa centenares de siglos, viviendo sin vivir, porque no hace más que pagar deudas, que saldar cuentas, y cuando concluye una existencia se encuentra que no ha hecho más que padecer y que no tiene ante sí más que una serie interminable de humillaciones y de tormentos; porque la eterna justicia premia la virtud y castiga el vicio; y vuelve el hombre a la Tierra tantas veces sean necesarias para sufrir todos los dolores que él hizo padecer a los demás gozándose en su obra: así se ven personas buenísimas, víctimas en muchas ocasiones de atropellos incalificables sufriendo prisión preventiva años y años, resultando luego inocentes: he aquí porqué la justicia humana es torpe en diversas ocasiones y condena a muerte a seres inocentes en la actual existencia, pero no en sus encarnaciones pasadas.

Tiene en su ventaja el Espíritu que como le aguarda un tiempo ilimitado para pagar sus deudas las expiaciones más terribles las guarda para cuando tiene más fuerzas morales para resignarse con la adversidad, y así en muchas ocasiones vemos a diversas personas sufriendo tormentos horrorosos con la sonrisa en los labios, y se dice: ¡Fulano es un santo! ¡Mengano es un mártir!

¡Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados! Y en realidad aquella santidad, aquel martirio y aquella celestial resignación, no es más que el convencimiento adquirido por centenares de existencias de que “el que a hierro mata a hierro muere”.

Siempre nos han impresionado las desgracias de los mártires del infortunio, pero desde que estudiamos el Espiritismo nos interesan muchísimo más; porque cada injusticia humana representa para nosotros una historia terrible, en la cual la victima de hoy, ha representado ayer el papel odioso de tirano implacable o de verdugo complacido en ver sufrir a sus semejantes.

Bajo este supuesto, cuando leemos narraciones terroríficas que le dejan a uno emocionado durante algún tiempo, tratamos de preguntar al guía invisible de nuestros trabajos qué hay de cierto en lo que hemos leído, y qué nos puede decir sobre el pasado de aquel infeliz.

Como el móvil de nuestras preguntas no es otro que el de escribir para enseñar a los pobres a ser resignados, como no es la pueril curiosidad la que nos impele a interrogar, siempre encontramos a nuestro guía complaciente y cariñoso, diciéndonos a grandes rasgos, bien los episodios más interesantes de la vida pasada de aquel por quien le preguntamos, bien nos disuade de nuestro empeño diciéndonos que no merece tal asunto, que nos ocupemos de él.

Últimamente hemos leído el suelto siguiente:

Inocente condenado a muerte

“Preocupa mucho la atención de las gentes en Inglaterra, y muy particularmente jurisconsultos, el caso extraño de la grave equivocación cometida por los tribunales al fallar una causa equivocada por este horrendo delito”.

“En Noviembre de 1884, un horrendo incendio redujo a cenizas en el pueblecito de Green la quinta que habitaba miss Keyes, anciana señora que gozaba de generales simpatías por sus virtudes. Extinguido el fuego, se halló entre los escombros, ya calcinado, el cadáver de la infeliz señora: reconocido éste, se vio que presentaba varias heridas producidas por instrumento cortante y punzante. Este descubrimiento hizo ver a todos que el incendio se había producido para ocultar un asesinato y un robo”.

“Acusado de tales delitos, compareció ante el Tribunal de los Assises un sujeto llamado Lec, que hacía poco tiempo que había entrado al servicio de miss Keyes”.

“El desgraciado protestó siempre clamando por su inocencia, pero sus afirmaciones no lograron convencer a los jurados, que le declararon culpable, sin circunstancias atenuantes, siendo por consecuencia condenado a muerte”.

“El 23 de Febrero de 1885, Lec, fue entregado al verdugo, pero en el momento de ahorcarlo se rompió la cuerda. Según la ley inglesa el presunto criminal fue llevado de nuevo a la cárcel y juzgado por segunda vez. La sentencia le volvió a imponer la pena capital, que tampoco pudo cumplirse, porque la horca no funcionó bien”.

“Por tercera vez volvió al patíbulo y recibió la bendición del sacerdote, sin que tampoco la ejecución pudiera tener lugar”.

“Esta última vez, Lec fue trasportado a la cárcel más muerto que vivo”.

“Informado de lo sucedido el subsecretario del Interior, y creyendo ver en tan extraordinarios acontecimientos la mano de Dios, pidió y obtuvo de la reina de Inglaterra la conmutación de la pena”.

“Pues bien, el desgraciado Lec era inocente: su nombre aumentará los anales de las infelices víctimas de errores judiciales”.

“Días pasados un vecino de Green confesó in a r t ículo m o r t is ser autor del delito por el que el infeliz criado estaba en presidio”.

“El condenado inocente ha sido puesto inmediatamente en libertad, esperándose que se le concederá una fuerte indemnización que nunca compensará los perjuicios causados al infeliz Lec”.

La impresión que nos causó el anterior relato fue dolorosa, y sin perder momento aconsejados también por algunos compañeros en creencias, preguntamos a nuestro guía si era cierta tan lamentable y horrible historia.

“Desgraciadamente lo es, contestó nuestro amigo del espacio; aún encarnan en ese mundo los grandes criminales de ayer, aún tenéis que presenciar tormentos horrorosos, aún tenéis que tomar parte en tragedias espantosas, aún vuestro suelo desquebrajado se abre formando insondables abismos, para devorar en ellos miles y miles de infortunados que ayer entonaron alegres canciones al compás de los lamentos de sus siervos moribundos, arrastrados por caballos indómitos o descuartizados con refinada crueldad”.

Hay dos poderosos imanes en la creación, el bien y el mal: el primero atrae los heroísmos, las abnegaciones, los nobles sacrificios, los cuantiosos donativos, los trabajos personales en provecho de los afligidos, la manifestación espontánea de los más nobilísimos sentimiento; en cambio el mal atrae la codicia, la usura, la estafa, el engaño, la injusticia, la torpeza, el asesinato, el terremoto, el incendio, el naufragio, todas las calamidades, en fin, que afligen a la humanidad terrena, porque no creáis que los grandes cataclismos son dislocaciones de ese gran cuerpo llamado naturaleza, no; las explosiones en las minas, los hundimientos de la tierra, las tempestades que producen innumerables naufragios, son otros tantos medios de que dispone la eterna justicia para sanear ese planeta habitado por espíritus inferiores que necesitan para su progreso pagar una parte de lo que deben, desapareciendo violentamente de un mundo en el cual no merecen vivir mucho tiempo: pues aunque los terrenales son, con raras excepciones, espíritus cuya moralidad y sentimiento está aún en estado embrionario; los hay sin embargo unos más adelantados que otros, y los menos adelantados, los más rudos, los más reacios dejan la Tierra para ensayar su progreso quizá en otros mundos menos adelantados donde su pequeñez sea un rayo de sol en medio de las más densas sombras. Esto lo podéis estudiar en las distintas fracciones de que se compone vuestra sociedad. Id a un presidio, por ejemplo, donde viven afincados centenares de infelices que en su mayoría no tienen la menor noción del bien, donde hay criminales empedernidos, donde la ira y la cólera afilan constantemente enormes cuchillos y otras armas innobles, destrozándose unos a otros como bestias rabiosas; si entre aquellos desgraciados se presentara una mujer noble y pura que haya vivido a la sombra de su honrada familia, que no ha cometido ninguna bajeza, que ha vivido dignamente en el santuario de su hogar, ¿Qué parecerá entre aquella turba de forajidos? Pues indudablemente aparecerá como una divinidad, como una celestial aparición, como un ángel de amor y paz; y en realidad no será más que una mujer decente con sus defectos más o menos acentuados; mas, haciendo consideraciones me voy apartando del objeto principal de tu pregunta. Tú deseas saber quien fue ese infeliz que tres veces estuvo en el patíbulo y las tres fue salvado de una muerte cierta, ¿Quién quieres que sea? ¿Qué antecedentes puede tener el que ha sido tan cruelmente atormentado? Fácil muy fácil es adivinarlo; muy comprensibles son las manchadas páginas del libro de su historia; ese infeliz comerció durante mucho tiempo con la carne humana, fue pirata y negrero, se gozó en el estertor de sus víctimas; se creyó el rey de los mares y cometió los más horribles crímenes, y porque una mujer a quien él deseó, le negó sus caricias, diciéndole que primero entregaría su cuerpo a Satanás, antes que entregárselo a un monstruo como él, se encolerizó de tal manera, que le dijo: -Muy caro vas a pagar tus desdenes; y en el mismo buque donde se encontraban, la hizo subir sobre cubierta, la amarró fuertemente a una entena, y delante de ella hizo venir a los tres hijos de aquella desventurada (eran niños de corta edad) los colocó frente a su madre, diciéndole a ésta: -Ya que no quieres que mis brazos se enlacen a tu cuerpo, ya que el contacto de mis manos te horripila, sirvan mis manos para estrangular a tus hijos; y oprimiendo el cuello de uno de aquellos inocentes dio comienzo a su horrible tarea, pero sus brazos de hierro y sus dedos de acero, no tuvieron fuerza en aquellos momentos; miró al niño y la mirada de éste era tan triste y suplicante que le apartó lejos de sí, y sucesivamente cogió a los otros hermanos experimentando la misma sensación; sintió lástima, tembló ante las miradas angustiosas de sus pequeñas victimas, se encolerizó contra sí mismo, su compasión aumentaba extraordinariamente su ira, y avergonzado de la primera manifestación de su sentimiento humanitario, se arrojó al mar y en él pereció, porque sus crímenes le habían granjeado tantos odios, que nadie de la tripulación se dio prisa para salvarle, por el contrario, todos se alegraron de su muerte y se apresuraron a desatar a la infeliz madre, cuya razón no pudo resistir tan terrible, y horroroso espectáculo al ver a sus hijos entre las férreas manos del pirata; jamás la luz volvió a fulgurar en aquella inteligencia, sus hijos fueron recogidos por una comunidad religiosa, y los tres fueron sacerdotes, los tres llegaron a la ancianidad y nunca olvidaron el suplicio que sufrieron en su niñez, siendo espíritus tan superiores que cuando rezaban por el alma de su madre, siempre decían con acento compasivo: ¡Dios perdone a su matador!.

“Esos tres espíritus que fueron los primeros que despertaron el sentimiento del cruel pirata, del feroz negrero han sido los encargados de velar por su adelanto y su progreso, convirtiéndose en incansables consejeros de ese Espíritu atribulado, que al conocer su verdadero estado ha sido tan enérgico para saldar sus cuentas, como lo fue para contraer sus innumerables deudas; por eso en esta existencia pidió morir en el patíbulo, siendo inocente, y la compasión que en la noche de su pasado le inspiraron tres niños, ha tenido su justa recompensa; los espíritus de aquellos inocentes han sido los que han impedido que la horca funcionara, los que le han acompañado en su prisión, los que le han hecho confesar al verdadero delincuente; ellos murmuran en su oído: ¡Tu compasión de ayer, ha sido tu salvación de hoy!”

“¿Qué más te diré? Ya sabes el por qué ha sido salvado de una muerte segura un desdichado que vino a la Tierra a pagar una deuda terrible, y a recibir el premio de su primer momento de compasión. Ya ves si conviene ser bueno; el que merece la protección divina, aunque la justicia humana esté ciega para ver donde se cometió el crimen, y esté sorda para no atender la declaración del inocente, en el mismo patíbulo, con la cuerda al cuello vendrá el remedio, vendrá la salvación para el que merece tal beneficio”.

“No hay milagros, no hay prodigios, no hay más que el estricto cumplimiento de la justicia eterna”.

Adiós.

La enseñanza de estas nociones dadas por los espíritus es tan provechosa y tan necesaria a la humanidad, que sólo tenemos un sentimiento; el de no poseer todas las mediumnidades conocidas para repetir lo que nos dijeran los espíritus, demostrando mil y mil veces que no hay culpa sin castigo, ni buena acción sin recompensa. El bien, el amor y la sabiduría son las lumbreras eternas que iluminarán en todos los tiempos los senderos que cruce la humanidad; ¡El amor nos hará buenos, la ciencia nos hará sabios, y el progreso nos convertirá en grandes hombres, en redentores de los pueblos, en maestros de las generaciones del porvenir!

COMENTARIO:

Con toda seguridad, de la bibliografía mundial, la obra de Amalia Domingo Soler, equiparable a Hipolite León Denizard Rivail, León Denis, Ernesto Bozzano, Gabriel Delanne y F. Myers, entre otros, no sólo es una de las más importante sobre la temática de la Justicia Divina y leyes interrelacionadas, sino única en su estilo e incomparable, por la abundancia de casos que analiza con clara visión de la realidad espiritual.

Quienes deseen adquirir un conocimiento amplio y preciso sobre las causas de las múltiples vicisitudes que el ser humano afronta en la existencia, y encontrarle el sentido a la vida en pos de un progreso eterno que canalice positivamente la energía creadora que se anida en su interior, la lectura, y relecturas, de las obras de Amalia Domingo Soler, le aportará los elementos esenciales a tales efectos.

Gran parte de la obra de Amalia Domingo Soler, en mi opinión la de mayor trascendencia, pese a que toda es del mismo nivel, se encuentra contenida en los innumerables artículos que publicara en la Revista LA LUZ DEL PORVENIR, cuya recopilación se encuentra en diversas obras con los títulos: “La luz del espíritu”, “La luz de la verdad”, “La luz que guía”, “La Luz del camino”, ”La luz del porvenir”, entre otros, y de análoga importancia es la obra “Hechos que prueban…(la reencarnación), así como: TE PERDONO, MEMORÍAS DEL PADRE GERMÁN, RAMOS DE VIOLETAS, y el resto de su importantísima obra que el lector –o lectora- que tenga interés podrá descargarlas en los Portales: ANDALUCIAESPIRITISTA y FEDERACION ESPIRITA ESPAÑOLA. Grupos Yahoo: Grupo_Verdad_Universal.

Estamos seguros de que disfrutarán de incontables horas placenteras y edificantes de lecturas.

Un fraternal saludo,

Giuseppe Isgró C.

Un comentario el “

  1. MARY GALVEZ dice:

    quisiera saber sobre el filántropo que estaciono su vida por su mal proceder quien podría ayudarlo para ser mejor

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